sábado, 23 de abril de 2016

Guns N' Roses

Para Canek, Tona, Diego, Héctor y Santiago

Para los de 1991 y los que somos ahora: Gladys, Edgar


Ciudad de México, 19 de abril de 2016.


She´s got a smile that it seems to me 
reminds me of childhood memories 
where everything 
was as fresh as the bright blue sky


Lo pensé mucho cuando anunciaron su gira. No era una decisión fácil. ¿Axl? ¿Ya lo viste? Seguro ya no se mueve, ni canta. No, mejor quedarse con la imagen de aquel Axl vigoroso de 1992. Pero… ¡es que es Guns! ¡Guns!

Héctor tiene la tarjeta, así que ese día (el de la preventa) estaba ya lista a las 10.50am para comprar los boletos. No había escuchado a nadie que quisiera ir con nosotros. Edgar dijo que no quería ver la decadencia de la banda y que prefería guardar el recuerdo de las buenas épocas. Héctor sugirió comprar cuatro boletos, alguien querrá ir al final. Los compré. Respiré. Que sea lo que el Dios de Rock quiera. Ni tardo, ni perezoso, Canek escribió: "¡Yo quiero los boletos!". Cosa rara, porque Canek casi no viene a México y, además, se estaba preparando para la Ruta Monarca... "Guns o Ruta Monarca" puso unos días después. Para mí, la respuesta era obvia. Para la familia tal vez no tanto, pero ¡caray! Ruta Monarca hay casi cada año, Guns no. 

Me olvidé del asunto. Ese puente lo iba a cruzar hasta que estuviera ahí. Faltaban algunos meses todavía. 




***


Now and then when I see her face 
she takes me away to that special place 
and if I stared too long 
I´d probably break down and cry


Era 1991, había entrado un poco antes a la secundaria en el Liceo Mexicano Japonés. El inicio no había sido fácil. Tenía 13 años. ¡Qué sabía yo de nada! Era muy tímida y miedosa. Nunca había tenido contacto con el mundo oriental y de Japón sólo sabía que estaba lejísimos. Todos en la nueva escuela parecían de otro planeta. No me hablaban, por mucho tiempo pensé que no hablaban español; yo había reprobado con 3.5 el curso propedéutico del japonés, así que la posibilidad de hacer amigos se veía lejana... 

Marx aprieta, pero no ahorca.

Primero conocí a Gladys. Igual que yo, recién llegaba al Liceo, a México y a la vida. Venía de Argentina. ¡Órale! Hicimos click de inmediato. Luego siguió Jimena. También recién llegada al Liceo. Ella tenía la ventaja de ser inteligente, casi puedo jurar que para cuando entramos ya hablaba perfecto japonés, pero tampoco se sentía bien en el Liceo. No pertenecíamos ahí. Éramos bichos raros. 

En el taller de Artes Plásticas conocí a los “chicos malos”, Seiichi y Kimiaki. Fueron los únicos que me hablaron desde el principio. Me cayeron bien y correspondí el gesto, a pesar de todas las miradas reprobatorias de las niñas “bien” que estaban en ese taller. Luego de un par de semanas de platicar durante las seis horas de clase que teníamos, terminamos siendo confidentes. Fueron ellos quienes me presentaron a Guns N’ Roses, quizá como un servicio a la comunidad, porque por aquellas épocas lo único en inglés que escuchaba era The New Kids on the Block (¡lo sé! Todos tenemos un pasado negro que esconder). Ellos también me presentaron a su otro amigo: Edgar. Ése fue el principio de una hermosa amistad, como la que auguró el guapo Bogart al final de la célebre película. Con los meses, Jimena, Gladys, Edgar, Kimiaki, Seiichi y yo nos hicimos amigos. Éramos un grupito y andábamos juntos para todos lados. 

Con ellos empecé a descubrir el mundo, la música, el amor, las fiestas. Todos juntos compartíamos las bondades de la adolescencia y lidiábamos con sus sinsabores. Las canciones de Guns venían como anillo al dedo, la banda sonora perfecta para el desfile hormonal del que todos éramos víctimas: rebeldes, groseras, ruidosas. Además, nos daban un sentido de pertenencia. En la lejana década de 1990, todavía teníamos pocos, pero claros principios y uno de ellos era la fidelidad a las bandas. En el heavy metal que manejábamos sólo había de dos sopas: o te gustaba Guns o te gustaba Mötley Crue. No podían gustarte los dos o, por lo menos, no podías decirlo públicamente. El mundo se dividía en esos dos grupos… bueno, había unos más hipster, más acá, que se sentían por encima de aquellas disputas de la pequeña burguesía y lo suyo, lo suyo era U2. Pero no nos llevábamos tanto con ellos. 






***

Escuchar a Guns se volvió costumbre. Así fue que “los Gons” viajaron hasta Avellano. “¿Ésos quiénes son?”, preguntaban los papás. “¡Ay, qué feos están. Todos greñudos y tatuados!”, exclamaba mi mamá con cierta preocupación. Diego tenía 8 años y cayó rendido a su encanto casi en el acto. Pronto empezó a usar playeras enormes con fotos del grupo (¡tenía ocho años, no había playeras metaleras de su talla!). Mi mamá todavía no deja de reclamarme que le quité la inocencia: “Cuando tenía que estar escuchando a Cri-Cri, ¡escuchaba a Guns N’ Roses!” (¡pobre, Dieguito! Todos los traumas que le he causado).  Por esas épocas mis primos Canek, Yunuen y Tona venían mucho de vista a México desde Michoacán. Así que, gracias a mí, también conocieron a “los Gons” (o Dos Arroces, como les puso su papá). 




***

Oh, oh, oh, sweet child  o'mine 

 Oh, oh, oh, sweet love of mine  

Canek me dijo que llegaría en la mañana ese día. Vendría solo, así que había un boleto disponible. ¡Bendito Dios del Rock!, porque Santiago estaba de visita por la casa y habríamos tenido que hacer muchos arreglos para que pudiera ir (o, de plano, yo no iría). Nos pusimos de acuerdo para encontrarnos todos a una hora conveniente que nos permitiera llegar al Foro Sol con el tiempo suficiente para estar ahí cuando el concierto empezara. No contaba con la lluvia de estos días. ¡Qué chinga! Santiago y yo saliendo de la gripa, no deberíamos mojarnos, el tráfico, los nervios. Tláloc se apiadó de nosotros y escampó a las 21:00 horas. ¡Bom-ba, ahora sólo falta encontrar estacionamiento rápido!

Héctor, bueno como es, se ofreció a buscar lugar y alcanzarnos, para que Canek y yo no nos quedáramos sin escuchar las primeras canciones. Le tomamos la palabra (¡muchas gracias por sacrificarte por el equipo, Héctor!). Súper nerviosos y apurados, Canek y yo nos bajamos del coche y corrimos. “No creo que empiecen puntuales”. Yo quería comprar una playera antes del concierto, pero ya no me atreví a perder el tiempo en eso. Luego Canek confesó que él también. Pero no había tiempo. Corríamos. “Estaría buenísimo que también viniera Izzy, él era el verdadero genio”, comentábamos más como pretexto para no abandonarnos al pánico. Cuando llegamos a la entrada, una fila enooorme. “¡Chale, ya ni tiempo vamos a tener para comprar la chela!”. En fin. Seguíamos en la fila cuando sonaron los primeros acordes de “It’s so Easy” (¡nooooo!) y luego, luego “Mr. Brownstone” (¡úchales!). Corrimos, encontramos los lugares que otros tipos se estaban agandallando (¡lo que pinches nos faltaba!). La señorita acomodadora les dijo que ésos no eran sus lugares (¡brutos, los suyos estaban más cerca del escenario!). Nos acomodamos, compramos la chela. Respiramos. “¡Ahhhhh, qué felicidad!”


Axl, Slash, Duff llegaron y llegaron fuerte. Más pronto de lo esperado nos soltaron “Welcome to the Jungle”, “Estranged” (¿en serio? ¡Debería ser de las últimas!), “Live and let Die”, “U could be Mine”. ¡Así, sin avisar! Tal como llegó la adolescencia en aquel lejano 1991. Héctor y Santiago llegaron justo al final de “Live and Let Die” con la calma de quien ya se comió una pizza y está listo para ver qué onda. A ver si sí la arman éstos.


***

Acorde por acorde, canción por canción, grito tras grito se fueron agolpando los recuerdos en la cabeza. Vi a ese grupito de adolescentes que escuchaban a Guns. Vi a Diego con sus playerotas, vi a Canek y Tona haciéndome travesuras. ¡Cuánto tiempo ha pasado y parece que todo fue ayer!  Guns cambió nuestras vidas y les puso música. Esas canciones fueron un curso intensivo de groserías que se podían gritar en casa y en frente de los maestros que no sabían nada de inglés. Guns nos presentó a Paul McCartney y a Bob Dylan. Las canciones nos ayudaba a curar los desamores y a sacar el coraje y la rebeldía que vienen con la adolescencia. ¡¿Cómo no íbamos a venir a recordar esos tiempo tan chidos!? ¿¡Cómo no convencí a Edgar de venir?!


Contrario a lo que esperaba, el güey que se comió a Axl todavía canta (¿por qué, Axl, por qué no eres como Mick Jagger o Bon Jovi que se conservan bien? ¿Es tu forma de decirnos que nosotros, los de antes, ya no somos los mismos? ¡Ay, es que eras tan guapo!).  Slash un poco recuperadito también, aunque no tanto como Axl, sigue siendo Slash: las mismas guitarras, las mismas greñas, las mismas poses. Y Duff (¡guau!) sí que se ha conservado bien. 





Hubo poca interacción con el público, eso no es nuevo. Pero parece que a nadie le molestó (toquen, toquen y no se cansen de tocar). Desde mi punto de vista, el programa del concierto fue casi perfecto. Escuchamos todos los éxitos que a fuerza iban a tocar (“Patience”, Sweet Child O’Mine”, “Welcome to the Jungle”); las canciones de culto (“Coma”, “Estranged”), las infaltables del Appetite for Destruction (“It’s so Easy”, “Nightrain”, “Mr. Brownstone”, “Rocket Queen”), los covers (“Live and Let Die” y “Knocking on Heaven’s Door”).  Hubo espacio para que cada uno se luciera: Slash con el tema de “El Padrino” y un solo que no me esperaba de “Wish You Were Here”. Duff con “Attitude”.  Inevitablemente, sabíamos que se echarían un par del Spaguetti Incident y del Chinese Democracy, pero ¡qué se le iba a hacer!

Faltó, sin duda, “Don’t Cry”. Para mi concierto perfecto, me quedaron a deber “So Fine”, “Bad Obsession”, "You Ain't the First" y "Get in the Ring", pero estuvo bien. Puedo pasarlas por alto, porque había unas imperdonables que sí tocaron.  

El espectáculo fue bueno. Sin demasiada parafernalia. Muchos fuegos pirotécnicos para las canciones que lo ameritaban, muchas y buenas imágenes en las pantallas, algunos cambios de vestuario. Suficientemente austero para no distraer demasiado nuestra atención y para darnos cuenta que, digan lo que digan y pase lo que pase, siguen siendo Guns N’ Roses. 

Axl venía con el pie enyesado y, confieso, que así fue mejor, porque bastaba con cerrar los ojos para volver a verlo en sus shortcitos, con su paliacate, moviéndose por todo el escenario. Eso sí, quizá, nunca lo volvamos a ver. Ver con esos movimientos sexys al güey que se lo comió pudo haber sido desgarrador. 


***


She's got eyes of the bluest skies 
as if they thought of rain 
I hate to look into those eyes 
and see an ounce of pain 
Her hair reminds me 
of a warm safe place 
where as a child I'd hide 
and pray for the thunder 
and the rain 
to quietly pass me by 


En estos días he escuchado todo tipo de opiniones. Unos, como yo, quedaron asbsolutamente satisfechos con el concierto. Para otros, fue una decepción. Supongo que depende del cristal con que se mire y qué tan importante fue Guns N’ Roses para cada quien. El concierto, para mí, fue espectacular. Quizá un poco por mis bajas expectativas. Pero, especialmente, porque comprobé que la máquina del tiempo sí existe y se llama música. En el mismo espacio y en el mismo tiempo viajé a 1991 y sentí el cariño y la complicidad de ese primer grupo de amigos en el Liceo y de esa vida fácil y alegre que teníamos mi hermano, mis primos y yo. En el mismo espacio y en el mismo tiempo regresé a 2016 y compartí una parte mía con Héctor y Santiago, quienes no me conocían en 1991. Tal vez entendieron un poco de lo que soy. O tal vez sólo pensaron que me volví loca. Al día siguiente cada uno por su parte me dijo: “¡pues sí estuvo chido, eh!”. Con eso me conformo. A ver si mi mamá no me acusa también de robarle la adolescencia a Santiago. Ni modo, estará bien robada. En el mismo tiempo y en el mismo espacio vi a esos dos Caneks: al adolescente de 1991, lleno de ganas de comerse al mundo y al padre de familia de 2016, lleno de ganas de comerse al mundo. 






***


Oh, oh, oh, sweet child  o'mine 
Oh, oh, oh, sweet love of mine 


El Guns N’ Roses de 2016 no es el que vimos en 1992 y 1993, cuando vinieron a México en el apogeo de su carrera. Además, del notable paso del tiempo, su actitud ya no es la de aquellos rebeldes rock stars que, escandalosamente, le daban vuelo a la hilacha. Habría que preguntarles, pero tengo para mí que ahora se sienten mejor con ellos mismos. ¿O sólo será  que pienso eso, porque yo ahora me siento mucho mejor conmigo misma que cuando era adolescente? ¿Será porque, aunque recordarla es maravilloso, ya nunca regresaría a esa época? 


Axl, Slash y Duff están de gira por razones que sólo ellos conocen. Quizá la principal sea la lana, pero hay también algo de cerrar heridas del pasado, poner todo en su justo lugar y seguir adelante. Nos dieron un concierto sanador, nostálgico y esperanzador. Se siente bien saber que se puede viajar a 1991 cuántas veces se quiera, pero se siente mucho mejor saber que al regreso hay una vida que es todavía mejor y que en mucho se explica por ésos que fuimos antes y a los que hemos ido enterrando y perdonando poco a poco para poder renacer, reinventarnos y vivir. Se siente bien saber que las rencillas se pueden superar y los otrora amigos pueden volver a reunirse, aunque sólo sea momentáneamente, para ¿sanarse?, ¿despedirse?, ¿darnos cuenta que nada se crea ni se destruye, sólo se transforma?


***

Where do we go? 
Where do we go now?
Where do we go?


Sweet child
sweeeeeet chiiiiild
of mineeeeeeeeeeeee






Pensamientos aleatorios:

  • Aprendí una cosa: "November Rain", "Don't Cry" y "Estranged" forman la "trilogía de Guns N' Roses". Las tres dedicadas a Stephanie Seymour, la guapísima otrora novia de Axl que sale en el video de "November Rain". Gracias, Canek, por sacarme de la ignorancia. 
  • No, Tona, no tocaron "La Culebra". 
  • Última reflexión: ¡qué bueno que no era taaaaan feminista en la secundaria! Es que poniendo atención, muchas letras son muy misóginas. En mi defensa, podría decir que no las escuchaba con atención y que me gustaba la música. Pero sí las escuchaba con atención, sabía lo que decían y aún así las cantaba. 

***

Acá el setlist completo con el álbum y el año de creación: 


It's so Easy (Appetite For Destruction, 1987)
Mr. Brownstone (Appetite For Destruction, 1987)
Chinese Democracy (Chinese Democracy, 2008) 
Welcome to the Jungle (Appetite For Destruction, 1987) 
Doble Talkin' Jive (Use Your Illusion I, 1991) 
Estranged (Use Your Illusion II, 1991) 
Live and Let Die (Use Your Illusion I, 1991) 
Rocket Queen  (Appetite For Destruction, 1987)
U Could be Mine (Use Your Illusion II, 1991)  
Attitude (The Spaguetti Incident?, 1993) 
This I Love (Chinese Democracy, 2008) 
Coma (Use Your Illusion I, 1991) 
El tema de El Padrino. Slash. Solo
Sweet Child O'Mine (Appetite For Destruction, 1987)
Civil War  (Use Your Illusion II, 1991) 
Better (Chinese Democracy, 2008) 
How I Wish You Were Here. Instrumental. Cover a Pink Floyd
November Rain (Use Your Illusion I, 1991) 
Knockin' on Heaven's Door (Use Your Illusion II, 1991)  
Nightrain (Appetite For Destruction, 1987)

Encore:

Patience (Lies, 1988)
The Seeker. Cover a The Who
Paradise City (Appetite For Destruction, 1987)