martes, 4 de diciembre de 2012

Los Tr3s

Confieso que mi amor por Los Tres surgió por culpa de Café Tacvba. Esas canciones del Vale Callampa son para gustarle a cualquiera y, entonces, uno empieza a investigar, a buscarle y a descubrir a estos talentosísisisimos chilenos y, claro, termina enamorado. Era algo un poco vergozante esto de conocerlos por ósmosis hasta que el viernes pasado me di cuenta que no soy la única. Prueba irrefutable: las canciones que la gente más coreó en El Plaza fueron, justamente, las del Vale Callampa. En mi defensa diré que, además, de esas cuatro canciones, "ya manejo lo que vienen siendo muchas más". 

Hay que decir, además, que nunca había ido al Plaza. ¡Error! porque es el mejor lugar para conciertos en el DF (todavía no conozco el Auditorio Blackberry, pero por el nombre, no creo que sea bueno): chiquito, bonito, hipster (ni modo que no, está en la Condesa) y con una acústica inmejorable. Es como estar en la sala de un amigo, pasándola de lo lindo. Además, puedes comer y tomar cualquier tipo de alcohol (para el adulto contemporáneo que con una chela se le inflama el estómago esto, sin duda, son puntos a favor del lugar). 

Estaba emocionada desde muchos días antes, porque nunca los había visto en vivo y creo que ya eran los últimos que me quedaban en la lista de héroes-musicales-que-tengo-que-ver-antes-de-morir.  ¡Qué emoción! Los teloneros, Comisario Pantera, la verdad, hicieron muy bien su trabajo: buenos y breves, así que doblemente buenos. Sólo se echaron cinco rolitas, suficientes para prendernos y ponernos a todo y a tono. 

Muy puntuales salieron Los Tres a las 22pm y sí, confieso, se me salió la lágrima Remi: "camino, camino sin ti, por tu sendero que no tiene fin, paso por ciudades sin hablar, piso senderos y mar". Más sorpresa cuando se aventaron su súper hit, "La Torre de Babel" (o "la del tabaco", como la bautizó mi mamá) como segundo canción. ¡¡¡Ufff! Y de ahí pa'l real. Pura rola chida y una tras otra, tras otra, tras otra. Estos muchachos son mucho mejores de lo que uno se imagina. Álvaro Henríquez es súper carismático y se ve bien chido con su "buki-look" que, yo insisto, es una peluca. "Titae" Lindl, otro personajazo que disfruta el escenario como el que más y Ángel Parra que, por si no lo sabían, es nieto de Violeta Parra... o sea, puro virtuoso por este lado. 

Me agradó mucho, como siempre, que tocaran las canciones que me gustan (y que me sé), pero también me gustó mucho conocer canciones que no había escuchado (por cierto, me pueden regalar discos de Los Tres, porque sólo tengo Freno de Mano). Esas canciones realmente llegan, te ponen a bailar y cuando pones atención a la letra resulta que te vienen bien, te quedan perfectamente ¡hasta magos resultan estos muchachos!: "los recuerdos harán que te olvide, los recuerdos harán que te olvide, los recuerdos harán que te olvide, que no se te olvide acordarte que me tienes que olvidar". ¿O qué tal si te dicen: "me arrepiento de las palabras que te regalé, de decisiones que sin pensarlas tomé por ti, de abrumadoras sombras que para ti compré"?, como diría Nayelli: "¡qué fuerte!". Y luego también hay para la colectividad y para los problemas de la América Latina y/o el subdesarrollo tan pintoresco: "yo quiero que te caigas y que caigas de rodillas, te escupan en la cara y que sepas morir, nunca he deseado mal a nadie, ésta es mi primera vez", ¿me estás oyendo, (ponga aquí el nombre de su presidente/expresidente favorito)?

Sé que es muy parroquial de mi parte, pero es que es inevitable hacer la comparación entre estos muchachos y los tacvbos. La conclusión de Diego, con la que coincido plenamente es que son alter egos: ambos se formaron en los últimos años de la década de 1980, esto quiere decir que empezaron cuando eso de hacerle al rock era complicado; han optado por ser cagados y no divos, especialmente en el escenario; tienen un frontman que engancha sin robarle escena a los demás y; combinan ''el rock" con música tradicional de sus países: Café Tacvba tiene a Alejandro Flores y Los Tres a María Esther Zamora y Pepe Fuentes a quienes, además, les dan todo el protagónico mientras están en el escenario (otro gesto de la sencillez de estos muchachos). Pero, sin duda, lo mejor es que ambos grupos se caen bien y se admiran. El día anterior, se echaron palomazo en la FIL de Guadalajara... la verdad, pensamos que harían lo mismo en el DF, pero no fue así (¡hijoles, si eso hubiera pasado, hasta Diego hubiera derramado la lágrima Remi... es más, hasta Vene que ni los conocía!). Pero, en descargo, Los Tres tocaron las canciones del Vale Callampa seguiditas y con los arreglos de Café Tacvba, juro que en "Déjate caer" sólo les faltó el bailecito ridículo de los tacvbos. Y ya para no dejar, le hicieron un arreglo a "La espada y la pared" para que cantáramos "Aviéntame".  Chido, pues, que uno pueda ser fans de ambos grupos sin que haya celos de ningún lado.  Luego viene la poca estratégica y muy incómoda discusión de cuál versión es la mejor... pero no voy a responder esa pregunta ahora. 

Otro gran momento de la noche fue cuando estábamos ahí de lo más tranquilo escuchando "He barrido el sol", cuando de pronto ¡zas! la chica del bikini azul, ja, ja, ja. No, no es cierto, de pronto, con un simple (no tan simple) movimiento de acordeón ¡madres!  se escuchan acordes muuuy conocidos que no son otra cosa que el "Jefe de jefes" de los mismísimos Tigres del Norte. ¡Órale! Yo sé que lo han hecho desde hace algunos años, lo hicieron en el Vive, pero yo nunca los había visto y entonces me emocioné harto. Súper arreglazo, porque eso de pasar de "no es tan fácil ser feliz cuando opacaste el barniz que pintaste verde, azul, gris, que quitaste a espaldas de mí, que pintaste verde" a "soy el jefe de jefes, señores, me respetan a todos niveles, mi nombre y mi fotografía nunca van a mirar en papeles, porque a mí el periodista me quiere y si no mi amistad se la pierde" y que uno siga flojito y cooperando no lo hace cualquiera.

Luego se despidieron, pero volvieron para tocar "Bolsa de mareo" (¿qué es eso que miras y no se ve?) y "La espada y la pared". Pensamos que regresarían pero ahora sí ya no. Nos prendieron las luces y, muy inteligentes, los del Plaza nos pusieron "guitarras blancas" de los Enanitos Verdes para que no nos alebrestáramos y empezáramos con el mexicanísimo: "¡Cu-le-ros!" (ocurrencia no científica del momento: el vandalismo se combate con música y no con balas de goma). 

Y así, se fueron Los Tres de Chile. Ahora sí ya se puede acabar el mundo y si no, espero que vuelvan pronto o, mejor, que me vaya a verlos a Chile. Si no los conocen, no sé qué esperan. Vayan ya a comprar sus discos... o pídanselos a Los Tres... Reyes... igual se los traen.


El setlist:

Camino
La Torre de Babel
Cárcel, hospital y cementerio
Silencio
Hojas de té
Feria verdadera
De hacerse se va a hacer
Lo que quieres

Con María Esther Zamora y Pepe Fuentes: 
Norma mía
Me casé con un sargento
Marisquito rico
El cuerpo malo
Mándame quitar la vida

Diabla
Traje desastre
Te desheredo
Tírate
Olor a gas
Amor violento
Déjate caer
Quién es la que viene allí
Minor Swing
La primera vez
He barrido el sol
Jefe de jefes

Encore:
Bolsa de mareo
La espada y la pared /Aviéntame

sábado, 23 de junio de 2012

Caifanes

Para Tona, Canek y Diego, porque sé que hubieran cantado todas, toditas las rolas conmigo. 


Pensar en el rock mexicano es pensar, sin duda, en Caifanes y no porque hayan sido la primera banda que tocaba en la lejana década de 1980, ni porque hayan sido los mejores (antes de ellos hubieron muchas otras bandas muy buenas, que hoy podrían considerarse de culto, incluso); la importancia de Caifanes, desde mi punto de vista, radica en que fueron los primeros en trascender la frontera de la clandestinidad y se insertaron en el "mercado". Lo demás ya fue mera historia. Los demás ya no la tuvieron tan complicada. Por esa simple razón, Caifanes se ganó su lugar en la historia y se lo ganó a pulso, hay que  agregar. 

A Caifanes los descubrí en la secundaria, en 1992, con el que es su mejor disco (El Silencio). Los demás discos tienen sus mejores canciones, pero no son discos completos, es decir, son más bien recopilaciones de canciones que tenían por aquí y por allá, pero El Silencio es su primer disco bien pensado, completo, pues. 

Algunos dicen que soy melómana, pero soy fan, realmente fan, de pocos grupos (en otras palabras, sé poco de muchos y mucho de tres, igualito que mi carrera). Los Beatles en primerísimo lugar y luego diría que Café Tacvba, pero, en realidad, ellos llegaron a mi vida después. Caifanes fue el primer grupo mexicano que me gustó, que realmente me gustó. Sí era muy muy fan y todavía no sé por qué nunca fui a un concierto de ellos. Por más que hago memoria, no logró descifrar por qué faltaban ellos en mi colección de conciertos. Supongo que era demasiado pequeña para andar en conciertos de greñudos, pero eso no es tan cierto porque sí fui a los conciertos de Guns and Roses; quizá no fui porque no recuerdo que mis amigos de ese entonces fueran tan fans y no iba a ir sola, es verdad que mis papás me llevaron a ver a Guns, pero porque no entendían nada de sus letras, a éstos groserotes, definitivamente, no. A ciencia cierta no lo sé. Lo cierto es que nunca los había visto. 

En esos años de secundaria, la música de Caifanes era todo un enigma para mí. Me llamaba la atención sus protagonistas (un ojo de venado, una bestia humana, una tortuga, los dioses ocultos, células que explotan), los nombres taaan largos de sus canciones y frases que me parecían absolutamente poéticas ("préstame tu peine y péiname el alma", "cuando me muera y me tengan que enterrar quiero que sea con dulces y no con piedras"). La verdad, no entendía nada de nada de sus letras (muchas todavía no las entiendo). Por ejemplo, ¿por qué madres le escriben una canción a una piedra? (muchos años después entendí para qué piedra era esa canción). ¿Qué es eso de "por eso, me pongo un saco, tomo la navaja y salgo a clavar"?. ¿A clavar qué? Y también le ponía comas a letras que no llevaban ("despójame de todo mal, carnal" ja, ja, ja).  Y ya cuando de plano me di por vencida fue cuando le puse atención a la letra de "sombras en tiempos perdidos" y no entendí nada. Por suerte, el tiempo también cura la pendejez y ahora le entiendo perfecto, es mi canción favorita y, desde mi punto de vista, su mejor rola ("junta tu rostro mojado con el mío, nunca me quites ese embrujo tuyo, ¡ay, amor, hazme creer que todo es verdad!, ¡ay, amor, hazme brincar sobre el mar!").

A Caifanes los bloquee de mi mente, porque me enojó mucho que se separaran justo cuando más los necesitaba (en 1995 cuando iba a entrar a la universidad). Aunque, a veces, los perdonaba y volvía a escucharlos; hasta les di el beneficio de la duda cuando algunos se rebautizaron bajo el nombre de Jaguares (no eran malos, pero ya no era igual). El año pasado que se reunieron no fui a ninguno de sus conciertos, porque anduve de viaje y estaba enojada también por eso, así que me dio mucho gusto enterarme que tocarían en el Wirikuta Fest y, además, también estaría Café Tacvba. ¡Dos por uno! , ¡bom-ba! La hora que tocaron en ese festival no fue suficiente y decidí que iría a verlos, a pesar de mi bancarrota.  

Primero diré lo que estuvo terrible. La lluvia y el tráfico de la ciudad: hice hora y media desde mi casa hasta el Auditorio. Tenía pensado irme caminando, pero la lluvia se interpuso. Ni modo, dada mi ubicación actual, no hay forma de no cruzar Polanco (por abajo, por arriba, por en medio o transversalmente, ¡hay que cruzar el pinche Polanco en viernes de tráfico y lluvia!). Finalmente llegué a Reforma sólo para darme cuenta que ya no había lugar en el estacionamiento (¡madres!). Salí otra vez a Reforma (toda una odisea, debo decir). Cuando ya estaba totalmente desmoralizada, a las 9.15 pm, recibí mensaje de mi amigo que ya estaba adentro: "todavía no empieza, ¡calma!"... Calma y ¡pum! encontré un estacionamiento cerquita del Auditorio. Con una tranquilidad que no me caracteriza, caminé, porque las cosas no estaban para caerme o algo así. Llegué, entregué mi boleto, ya se oía música (¡aggrrhh!); el señor de la entrada, supongo que por mi cara, me dijo que acababa de empezar (¿a quién coño se le ocurre empezar con "viento"? ¡no me shingues!). Corrí, entré, me llevaron a mi lugar, mi amigo confirmó que ésa era la segunda canción  ("para que no digas que no pienso en ti". OK, sí pensaron en mí). Toda sudada, mojada, encabronada, agitada, me senté para dejar mi bolsa y quitarme la chamarra. Inmediatamente me paré. Acto seguido el señor de atrás: "amiga, ¿te puedes sentar? es que no veo". (¡No me shingues!). Respiré, me volteé y con mi sonrisa número 33 le dije: "Amigo, lo siento, los de adelante están parados y, además, amigo, ¡estás en un concierto!" (¡no mames, si no te quieres parar entonces vete a ver a la Sinfónica!). 

Una de las ventajas de no ir a verlos en su gira de reencuentro en el Palacio e ir a verlos en el Auditorio era justamente ésa: ¡el Auditorio tiene la acústica perfecta! No sé si por la edad, su ingeniero de sonido ya se quedó sordo o porque de plano no los quiere, pero ¡qué mal se escuchó! ¡Parecía que estaban tocando en la cochera de su casa! ¡Terrible, en verdad! 

En fin, fuera de esos inconvenientes, el concierto fue mucho más de lo que esperaba. En primer lugar, no se portaron tan mamones, estos muchachos son súper talentosos, pero todos son unos personajazos y sangrones a cual más (por eso no es tan complicado entender que se hayan separado). Luego, se aventaron casi tres horas de concierto y la verdad, muy entregados, muy emocionados, muy agradecidos, como que sí lo estaban disfrutando, cosa que siempre se agradece. Lo mejor fue que tocaron mi rola. ¡Uff! cuando escuché los primeros acordes y Saúl, con su otrora potente voz, dijo: "voy a través del cristal microscópico de tu piel celular..." se me enchinó la piel... ¡Ya, me podía morir en ese instante! Lo había oído todo. Me sorprendió que tocaran "El elefante", otra gran rolita que nunca fue bien valorada. ¡Muy bien que la rescataron! Tocaron, obviamente, sus éxitos de ayer, hoy y siempre: "miedo", "estás dormida", "perdí mi ojo de venado", "los dioses ocultos", "mátenme porque me muero" et al., et al. Además, Marcovich y el Sabo se echaron unos pequeños palomazos de música tradicional mexicana ("México lindo y querido, bla, bla" y "Sabor a mí", respectivamente). 

Hoy descubrí que Caifanes sigue estando vigente, y no sólo por sus grandes composiciones, sino por sus temas. Todavía suenan actuales. ¡Qué triste que haya cosas que no cambian en este país!: "...y fuimos hechos para andar de par en par, sin reclamar, hace tiempo me dijeron, aquí no pasa nada, que todo está guardado para que no le pase nada, que esta tierra es de ciegos y que el tuerto está en el cielo, para guardarlo todo y que aquí no pase nada". O esa rolita, "el comunicador", que escribieron para los medios y que está muy ad hoc con lo que pasa ahora: "hay un ser que nos teme, alguien que quiere escondernos, tiene óptica cuadrada y vomita engaños, desconecta tu razón. Amarilla está su sangre, reprimido su corazón, él te rompe los sentidos milenarios, es un foco de infección, yo no sé cómo se llama, es el comunicador".  Y, desde luego, le dedicaron "Antes de que nos olviden" al movimiento #yosoy132: "antes de que nos olviden haremos historia, no andaremos de rodillas, el alma no tiene la culpa, antes de que nos olviden, rasgaremos paredes y buscaremos restos, no importa si fue nuestra vida". 

Concierto redondo, redondo, redondo con una excelente compañía. Para ser perfecto, debían haberme acompañado los otros fans de Caifanes, mis primos Tona y Canek y mi hermano Diego, que habría estado de acuerdo conmigo en que sí se aventaron casi toda su casetografía. Pero no importa, porque siempre quedarán los Caifanes para peinarnos el alma. 

El set list (que sí escuché completito y éstas sí me las supe todas, todititas, todas): 

Viento
Para que no digas que no pienso en ti
Miedo
Mira que la vida no es eterna
Aquí no es así
Amanece
Cuéntame tu vida 
Miércoles de ceniza
Aquí no pasa nada
Sombras en tiempos perdidos
Antes de que nos olviden
Ayer me dijo un ave
Estás dormida
Piedra
El comunicador 
El elefante
De noche todos los gatos son pardos
La bestia humana
Perdí mi ojo de venado
Los dioses ocultos
México lindo (palomazo de Marcovich) 
Nos vamos juntos

Encore:
Quisiera ser alcohol
Hasta morir
Será por eso
Nubes
Mátenme porque me muero
No dejes que...
Afuera 
Sabor a mí (palomazo de Sabo)
La célula que explota
La negra Tomasa

P.D. Alfonso André tiene un pacto con el diablo: ¡está igualito! Los demás ya se ven traqueteadones, pero el Saúl sigue siendo sexy, la verdad. 

viernes, 11 de mayo de 2012

Macca en el zócalo

El zócalo de la Ciudad de México tiene algo de enigmático. Quizá por su historia, quizá porque ahí está la sede de casi todos los poderes de este país: el federal, el local y el religioso. Quizá porque ahí también fue la sede de la cultura azteca. El zócalo es punto obligado para la manifestación: electricistas, maestros, partidos políticos, conciertos, festivales. Todo empieza y termina en esa enorme plancha. Pero ayer por la noche, la magia de ese lugar se superó a ella misma. Nunca antes el zócalo se había llenado de tanta y tantísima vibra de la buena. Desde hace algunos meses, el jefe de gobierno confirmó que, como parte de su gira On the Run, Paul McCartney daría un concierto gratis en el zócalo. ¡Una delicia de noticia, especialmente para aquellos que no somos pudientes y no tenemos tarjeta Banamex ni 12,500 pesos para gastarlos en un concierto!

Creo que a Macca le caemos muy bien, especialmente los chilangos (ahora me entero que les ganamos a los yucatecos que querían llevárselo a Chichen Itzá), obviamente le llegaron al precio, pero en su caso, unos millones más, unos millones menos no hacen tanta diferencia. Así que lo que pasó anoche es, en realidad, un privilegio de dioses.

Mi estrategia inicial era ir desde temprano (de algo debe servir hacer home office), pero luego mi mccartiano acompañante de la vez anterior dijo que también quería ir, así que pensé que no aguantaría estar tantas horas en la espera. Desde el inicio dijeron que a la plancha entrarían sólo 80,000 almas y las demás tendrían que ver el espectáculo desde las pantallas que se pondrían en las calles más importantes del primer cuadro. Mis tíos también estaban dispuestos a llegar desde temprano, así que me uniría al plan, pero luego dije que no. A mis padres les dieron pases VIP para entrar hasta adelante, así que al final terminé yendo sólo con  S.  

Desde la noche anterior, los noticieros informaron que la gente ya se encontraba haciendo filas, así que supuse que no podríamos entrar al zócalo. Toda la mañana del jueves la nota era el concierto que Sir Paul daría. A mí se me cocían ya las habas por irme, pero pacientemente esperé a que el acompañante se sintiera en condición de ir. Llegamos a Bellas Artes a las 4.30 de la tarde y para las 5.20 ya estábamos en el zócalo. Me emocionó mucho poder entrar. No pensé que lo lograría.
  

La gente ya estaba ahí muy acomodada, así que no podíamos llegar muy lejos (a pesar de que S. quería acercarse lo más posible).  Nos sentamos, tomamos agua, platicamos. Luego de una hora, S. se empezó a desesperar, tampoco ayudó que la gente se hizo para adelante y nos quitaron nuestro cómodo lugar en el piso. Decidimos ir hacia los portales para tomar algo de agua y escapar un poco de la multitud. En ese momento pensé que el acompañante se querría regresar a la casa y que no aguantaría nada. Bueno, ¡ni hablar! Tampoco era tan grave el asunto: yo ya había visto dos veces a Paul y él una vez. Justo cuando estábamos saliendo nos encontramos a mis tíos y sobrinas; mi prima y su hija que vinieron desde Morelia sólo para ver al ex beatle. ¡Si nos hubiéramos puesto de acuerdo no lo hubiéramos logrado! Así que nos unimos a su grupo. Mis tías habían llegado desde temprano, a las 10 de la mañana, así que para ese momento estaban asoleadas, ya se habían acomodado hasta adelante y se habían reubicado en una zona menos conglomerada, ya habían comido, hecho millones de trucos para ir al  baño, casi le lloran a un policía que no las dejaba regresar. Estaban cansadas, pero todavía muy emocionadas, pues sería la primera vez que verían a Paul. "Es que tenía que verlo" dijo una de ellas. La gente estaba muy contenta, muchos jóvenes y adultos. Pocos niños. En algún punto pensé que había sido una irresponsabilidad de mi parte llevar a S., pero ya estábamos ahí y aguantaría lo que él aguantara. A la hora que me dijera: "¡vámonos!" con todo el dolor de mi corazón, me iría. 

A las 8.30 de la noche, tal como lo habían prometido, salió un DJ a tocar sus mezclas con las canciones más famosas de los Beatles y un collage de fotos y videos que salían en las pantallas. Sin embargo, el DJ no prendió a la banda, ningún telonero lo hace, pero hay unos a los que les va mejor que a otros. Como buen inglés, Sir Paul salió a tocar a las 9.06: "you say 'yes', I say 'no', you say 'stop' and I say 'go, go, go'". La multitud enardeció y a mí el corazón me dio un vuelco. ¡Lo he visto ya tres veces, me sé de memoria casi todas sus canciones, he estado en miles de conciertos en el zócalo y aún así, era imposible no sentir la emoción, los coros de miles de almas de todas las edades reunidas en el mismo lugar y por el mismo motivo!

 El setlist no fue muy distinto a lo que le había escuchado antes. No faltaron las canciones dedicadas: a Linda (“Maybe I'm Amazed”), a Nancy, su nueva esposa ("My Valentine"), a John Lennon, "mi gran amigo John", como el mismo lo dijo ("Here Today") y la versión en ukulele de "Something" para George. Sus grandes hits con los Beatles: "All my loving", "Drive my car", "The night before", "Paperback writer", "The long and winding road", "Eleanor Rigby". Un par que me gustaron especialmente: "And I love her" (a love like ours could never die as long as I have you near me), "I've just seen a face" (falling, yes, I'm fallin and she keeps calling me back again) y "Blackbird" (you were only waiting for this moment to be free).  Desde luego sus éxitos con Wings y sus primeras canciones de solista: "Band on the Run", "Mrs. Vandebilt", "Jet", "Let me roll it", "Hope of Deliverance". 



Mi acompañante se quedó dormido casi al empezar el concierto. Se acomodó entre todas las cosas y se hizo una cama. Me tenía algo nerviosa que le fuera a caer la marabunta encima en cualquier momento de frenesí, aunque mis tíos, mi prima y yo le hiciéramos una especie de cerca. Volví a pensar que era una hermana demasiado irresponsable, pero pues ya estábamos ahí. Mis tíos disfrutaron el concierto, las 14 horas de larga espera habían valido toda la pena. Se podía ver en sus caras. Lo mismo se veía en las caras de todas las demás personas. Las sobrinas se separaron del grupo y trataron de irse un poco más cerca, supongo que estar con las mamás en un concierto no es tan divertido, ja, ja, ja. Un poco después de las once, S. se despertó y me pidió que nos fuéramos. ¡Ni hablar! Me despedí y salí. En ese momento sonaba "Back in the USSR" e inmediatamente sonaron los primeros acordes de "A Day in the Life". Le pedí al acompañante que nos esperáramos sólo esa canción. Pero luego siguieron "Let it Be" y los fuegos pirotécnicos ya clásicos de "Live and Let Die". S. se despertó y se emocionó mucho (la vez pasada no había visto esa parte completa). En cuanto se acabó caminamos por 16 de septiembre, pero dos cuadras después muy serio me dijo: "mejor vamos a regresarnos". Regresamos, S. me preguntó: "¿ya tocó "Day Tripper", "Get Back" y "Let'em in"? Respondí que no justo en el momento que sonaron los primeros acordes de la primera, seguida por la segunda. Nos volvimos a meter para encontrar a nuestro grupo que, para esos momentos, estaba más que extasiado. Y así, Paul se despidió de nosotros a las 11.57pm con dos encores que fueron el colmo de la perfección: "And in the end, the love you take is equal to the love you make.






Macca es un señorón, un gran músico y todo un showman: su vitalidad en el escenario es realmente impresionante, ¡aguantar tres horas de concierto ininterrumpido no lo hace cualquiera! Su voz, su rictus, sus facciones siguen siendo las del jovencito "fresa" de los Beatles. Cambia millones de veces de guitarra y bajo. Se sienta y toca el piano, el ukulele, se mueve, canta, vive. En ningún lado se ven sus casi 70 años de edad. Y, ya lo dije antes, México le gusta. Le fascina lo que hacemos con los encendedores y le encanta tanto que lo pide. La vibra era tan impresionante que muy al principio nos pidió unos momentos en silencio para disfrutarlo. Se quedó parado viendo aquel espectáculo que era enteramente su culpa. El público mexicano se le entrega y él nos recibe con la misma emoción. Habla español, "buenas noches, chilangous", "¡Viva México, cabrones!", "estamos muy contentos de tocar en este concierto gratuito en el zócalo". Se divierte, disfruta lo que hace. La noche fue perfecta. Lo mejor de todo es que prometió regresar. Ojalá. Este país y esta ciudad siempre estarán gustosos de recibirlo. 


***


La organización del evento fue impecable. La entrada y salida fueron rápidas, el metro estuvo abierto hasta las 12.30 y fue gratuito, no hubo eventos que lamentar. Efectivamente, el zócalo se cerró cuando llegó al cupo que habían dicho y los demás se quedaron viendo el chou desde las pantallas. ¿Quién demonios dice que los chilangos no sabemos comportarnos? Lo he dicho antes: ésta es una ciudad de primera. Capaz de enamorar a cualquiera… ¡hasta a Paul! Aplausos totales al gobierno del Distrito Federal y a los patrocinadores que hicieron esto posible. Aplausos a los miles de asistentes y, desde luego, aplausos eternos al Sir Paul. Aplausos al S. que aguantó como los grandes las siete horas que estuvimos en el zócalo. 

Gran momento previo al concierto: cuando desde uno de los ventanales del hotel a alguien se le ocurrió sacar una manta a favor de Peña Nieto y la multitud lo obligó a guardarla. Anoche era pura música, esas cosas no venían al caso. 

Gran momento después del concierto: enconpramos a mis padres en el metro y luego to`os fuimos a cenar. Estábamos cansadísimos, pero contentos. Lo dicho: mi familia siempre es la mejor compañía. Ahora sí había puro fan y nada de posers. Por mucho, uno de los mejores días de nuestras vidas. 

El setlist completo:


Hello, Goodbye
Junior’s Farm
All My Loving
Jet
Drive My Car
Sing the Changes
The Night Before
Let Me Roll It / Foxy Lady
Paperback Writer
The Long and Winding Road
Nineteen Hundred and Eighty-Five
My Valentine
Maybe I’m Amazed
I’ve Just Seen a Face
Hope of Deliverance
And I Love Her
Blackbird
Here Today
Dance Tonight
Every Night
Mrs. Vandebilt
Eleanor Rigby
Something
Band on the Run
Birthday
Back in the USSR
I’ve Got A Feeling
A Day in the Life / Give Peace A Chance
Let It Be
Live and Let Die
Hey Jude
Encore 1:
Lady Madonna
Day Tripper
Get Back
Encore 2:
Yesterday
Helter Skelter
Golden Slumbers
Carry That Weight / The End