Llegó el día esperado de ir al Foro Sol a ver a los Cadillacs en esta gira El ritmo de la luz. Ritmo sí, pero de la luz no tanto, pusieron más luces los muchachos de Indio que andan festejando sus 120 años de existencia y, además, lograron que Vicentico hiciera su comercial, aunque creo que no de muy buena gana: "ha llegado el momento, donde nosotros les decimos que la cerveza Indio cumple 120 años y para festejarlos nos trajeron regalos: a ustedes un regalo musical y a nosotros uno económico". Aún así, fue un buen concierto y ¡son los Cadillacs! ¡Por amor a Dios! Los he visto ya tres veces en vivo. No son mi grupo favorito, pero su música sí fue una gran banda sonora en momentos importantes de mi vida y tienen un lugar especial en mi corazón.
El concierto tuvo un encanto particular. Fui con mi hermano Diego, con el que he ido a muchísimos conciertos, y con mi hermano Dante y su familia. Fue un evento importante, porque fue la primera vez que fui con mi sobrina Luciana. Estrategia simple: como quien no quiere la cosa su papá, mi hermano Dante, le quiso presentar a uno de sus grupos favoritos para que, poco a poco, supere esa etapa donde le gusta One Direction (todos hemos pasado por ahí y sabemos que es eso: una etapa. A mí me gustaban los New Kids on the Block, así que cero legitimidad de este lado).
Llegamos un poco tarde, porque no es lo mismo los tres mosqueteros que veinte años después: la edad y el cuerpo ya no nos permiten aguantar conciertos muy largos; además, no somos fans de los teloneros. Así que nos perdimos a Nana Pancha y a Boom Boom Kid, pero sí escuchamos a los Straitjackets que prendieron.
La banda se prendió desde el primer momento, coreando el "oh-oh-oh-oh" de la ya muy conocida "Yo no me sentaría en tu mesa", con la que abrieron y cerraron el concierto. Buena onda y buena estrategia para anunciar que por más que siguiéramos coreando no saldrían más al escenario. Estos muchachos precisos a más no poder, el concierto empezó a las 21.43 horas y terminó a las 23.43 hrs. Dos horas justitas y ni un minuto más.
Como decía, abrieron con "Yo no me sentaría en tu mesa" para luego seguirse con muchos de sus grandes éxitos. Uno siempre espera que el grupo se aviente las rolitas que más le gustan o las que más le llegan. La belleza de los conciertos es que eso nunca ocurre; en mi caso, casi lo lograron. "El genio del dub", "Calaveras y diablitos", "Saco azul" que me súper encanta; "Manuel Santillán, el León" que, por cierto, Diego, sí dice "van al mar" en el corito; "Siguiendo la luna"; "Carmela" (¡uff! todavía me llega aquello de: "es tan fácil subir cuando tú quieres, es tan fácil pedir una razón, cuando tus ojos brillan y sigues sin contestar, porque buscas una salida y te vuelves a equivocar"). Y, claro, "el satánico Doctor Cadillac", "Mal bicho" y "Matador" no faltaron.
Me quedaron a deber un par de rolitas. "Yo te avisé"; "Silencio hospital" y "Basta de llamarme así", "Mi novia se cayó en un pozo ciego"...pero bueno, los perdono porque sí se aventaron "el genio..." y el "saco azul".
Además de eso, tuvieron la puntada de invitar a dos grandes héroes del rock mexicano: Roco de la (¿ex?)Maldita Vecindad que los acompañó a cantar "Calaveras y diablitos" y al queridísimo Rubén Albarrán que hizo la voz de Celia en "Vasos vacíos" (¡Orale, con los recuerdos de esa canción! No cabe duda que la memoria juega con nosotros como le viene en gana). Y cualquiera que invite a Rubén Albarrán me gana, fuera objetividad.
Fue un buen concierto, me divertí, recordé, brinqué. Pero, debo confesar, que no hubo la catársis que he experimentado en otros conciertos de los Cadillacs. En realidad, no pude definir por qué; quizá estaba muy cansada; quizá no logré sacarme de la mente que luego tendría que regresar a terminar la tarea de la clase del domingo (¡sí, señores, el arte demanda sacrificios!). Luego, platicando con Diego, él sintió un poco lo mismo.
Pocos minutos después de terminado el concierto, leí algo en Facebook que me ayudó a entender el sentimiento y a poner en perspectiva la experiencia. Cito, sin su permiso, a Héctor Rubio, ex fan de los Cadillacs y colega de causa:
"I
Hallábamos en su voz, en sus letras, palabras de aliento, alimento para el espíritu, consuelo para el alma.
Por más que quieran sacarnos de nuestro lugar
y pienses que sólo somos un puñado de idiotas
no, no podrás quitarnos lo que hicimos ya
ahora somos más hermanos que antes
ya no podrás mirarnos a los ojos más
nosotros somos amigos, vos que solo estás
por más que quieras tapar toda nuestra voz
nunca podrás callar esta canción
El mundo podía ser demasiado necio, demasiado abyecto, podía presentar todas las adversidades posibles pero, a partir de la voz de los Cadillacs, siempre era posible oponer un “sin embargo”.
II
- ‘En la calle hay quienes dicen, algunos medios critican, que Los Fabulosos Cadillacs se reúnen por el dinero. ¿Qué responden ustedes ante esto?’.
La respuesta (de Vicentico, Flavio y Rotman) fue un golpe de consecuencias devastadoras cuyos daños aún no puedo cuantificar. La muerte de los ideales se hizo realidad con un monosílabo. La respuesta de los Cadillacs fue rápida, automática, mecánica. La respuesta fue un ‘Sí’ a secas.
- ‘Claro, regresamos por el dinero’.
El exceso de la transparencia es el cinismo, y esa respuesta es evidencia más que suficiente.
Desde ese momento mi relación con los Cadillacs ha muerto. Es increíble que algo que en un momento llegó a significar tanto, haya desaparecido con dos letras, en una palabra. Se ha tratado siempre, en todo momento, de unas cuantas monedas, de unas miserables monedas a cambio de nada, monedas que, hay que decirlo, muchos se las han dado (se las siguen dando) sin siquiera detenerse a pensar un poco en lo sucedido, en el efecto de esa respuesta. Por mi parte, quiero imaginar que quienes les siguen dando sus monedas son personas para quienes los Cadillacs nunca tuvieron el significado que llegaron a tener para mí, de ahí la ligereza con que se toman esa respuesta, su actitud".
"La muerte de los ideales se hizo realidad con un monosílabo", dice Héctor. Quizá eso es lo que me pasó: el abandono de los ideales (de los suyos) se hizo patente en el escenario (ahora entiendo el tan desconcertante comercial de Indio que hizo Vicentico recién empezado el concierto) y yo, sin ser tan fan como él, sentí que "algo" faltó. Ese "algo" no es otra cosa que el amor al trabajo; la vibra escénica que trasmite un músico que realmente está disfrutando lo que hace (sin pensar en los millones que se embolsará a cambio dos breves horas en el escenario... o, al menos, sin pensar sólo en eso).
Para decepción de Héctor, soy de esas personas que les siguen dando sus monedas. Tiene razón en algo: nunca tuvieron para mí el significado que tuvieron para él, es cierto... pero, no veo la cosa tan en blanco y negro. Es verdad que desilusiona que los héroes musicales develen su cinismo de esa manera; pero esa sinceridad es real: todos pensamos en monedas y conforme crecemos nos damos cuenta que cada vez las necesitamos más (hay que pagar créditos, hipotecas, colegiaturas y luego hay que pagar hasta por la salud). Lo terrible, lo devastador, es que algunos sólo piensen en monedas. Sin embargo, ahí también yace la razón por la que, a pesar de la caída, les seguimos dando nuestras monedas a lo héroes musicales: para recordar todo lo que esa música y esas letras significaron en etapas importantes de la vida. Mera nostalgia: regresar, aunque sea por un par de horas, a ser los que fuimos entonces. Recordar los ideales (¿que ya abandonamos?); recordar las circunstancias de la vida (¿que ya superamos?); recordar el beso que nos dieron con esa canción (¿qué habrá sido de ese muchacho(a)?); recordar a ése(a) que nos dedicó justo esa canción y no otra (¡cierto que con todo sentimiento la cantó en esa peda, mientras me veía!); reconciliarnos con el que fuimos (¿ya lo logramos?). El pretexto para dar las monedas es personalísimo y por lo mismo muy válido.
No soy tan exigente con los Cadillacs: cumplieron. Regresé a la que era, recordé lo que tenía que recordar, me reconcilié con lo que me tenía que reconciliar; me divertí y compartí una grata experiencia con gente a la que quiero muchísimo. Y lo más importante: canté, bailé, me eché una chela.
"...cuando hablás de violencia dice basta ya
y cuando hablás de guerra dice basta ya
y cuando hablás de hambre dice basta ya porque nada de eso te puede elevar
porque nada de eso te puede elevar
porque nada de eso te puede elevar...
En cada hogar donde el mundo se acuesta
en cada hogar donde el mundo despierta
sentís la lucha crecer y crecer
sentís el hambre crecer y crecer
sentís la muerte crecer y crecer
sentís el amor caer y caer
Por eso escucha la voz
por eso escucha la voz
por eso escucha la voz
por eso escucha la voz
del genio que dice, que dice ,que dice
que dice, que dice, que dice que dice, que dice..."
El setlist, que le dicen:
Yo no me sentaría en tu mesa
La luz del ritmo
El muerto
Demasiada presión
El aguijón
Los condenaditos
El genio del Dub
Gallo rojo
Calaveras y diablitos (con Roco)
Vasos vacíos (con Rubén Albarrán)
Il Pajarito
Sabato
Piazzola
Padre nuestro
Saco azul
Manuel Santillán, el León
Carnaval toda la vida
Carmela
Mal bicho
Matador
Encore:
Let's Lynch the Landlord
Guns of Brixton
Siguiendo la luna
El satánico Doctor Cadillac
Yo no me sentaría en tu mesa
